sábado, mayo 18, 2013

Luis Leiva

Hay una pista en una estación de servicio. Hay una superficie gris, plana, bastante extensa. Hay surtidores de nafta. Y hay un hombre siempre al lado de esos surtidores. Luis Leiva. Cara de bueno, ojos chiquitos y rojos. Pelo bien negro y lacio. Tengo un año y lo veo ahí. Tengo dos años y lo veo ahí. Tengo tres años, y aunque no lo sé, porque todavía no tengo mucha conciencia de lo que soy yo y lo que son los otros, lo veo siempre ahí. Entre los surtidores, con su uniforme azul impecable, el logo de Ancap en el pecho, su infaltable gorro que siempre se lo saca para saludar y dar la mano. Tengo seis años y lo veo ahí. En la Pista. Cuando voy a la escuela, cuando vuelvo de la escuela. Ahí está. Me saluda. “Petiso”, me dice. Tengo nueve años y lo sigo viendo. Corta el pasto para que juguemos al fútbol en el patio, nos hace unos arcos, nos pinta las lineas de la cancha. Tengo 11 años y lo sigo viendo ahí. Lo veo en la pista y lo veo en casa. Lo veo en las noches, porque mi viejo lo invita a que mire con nosotros todos los partidos de ese Nacional que va a ser campeón de América y del Mundo. Tengo 15 años y lo sigo viendo. Entre los surtidores, lo veo, cuando llego de Montevideo y me viene a saludar. “Petiso”, me sigue diciendo, y yo ya estoy más alto que él. Lo veo después en la churrasquera de casa, prendiendo un fuego, tomando unos vinos, una cerveza helada. Riéndonos. “No es por nada, petiso...”, me dice mientras parpadea mil veces por segundo y nunca termina la frase. Tengo 25 años y lo veo ahí. Cuando recién llego de Montevideo y me avisan que pregunta por mí. Lo veo en la pista, se saca el gorro para darme un abrazo. Su pelo ya es de color ceniza de tantos años que hace que lo veo ahí. Lo veo mil veces más. En Atlántida. En la pizzeria Carlitos de Parque del Plata. Cuando mis hermanas cumplen 15 años. Cuando mis hermanas se casan. Lo veo en las fotos de esas fiestas, abrazados y brindando.
Hoy tengo 34 años. Hay una pista en una estación de servicio. Hay surtidores de nafta. Falta Luis Leiva. No tenías que faltar. Tenías que estar todavía ahí. Pero la vida también es esa muerte que nadie puede explicar. Sólo vos. Te voy a extrañar. Descansá en paz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

te quiero por cosa así, brother

Rocio dijo...

Disfruto mucho de las historias y veo en internet y busco estas cosas. Hace poco que fui a fravega a comprar una notebook y es con ella con la que busco en internet la chance de leer historias diversas como esta. Ojala que siga encontrando para entretenerme y enterarme