Héctor no durmió en toda la noche. La amenaza de una nueva lluvia, la precariedad de su vivienda y la seguridad de sus ocho hijos, lo tenían en vela. Faltaban pocos minutos para las cinco de la mañana y escuchó el ruido de las primeras gotas golpeando el techo de chapa. Pasó un rato hasta que la lluvia por fin se descargó con la fuerza de un temporal y comenzó el caos de agua en la madrugada.
"Lo primero que atiné hacer fue salvar a los gurises. Por eso es que no pegué un ojo en toda la noche, tenía miedo de dormirme y que se me ahogara un gurí", me contó Héctor con una mezcla de resignación y bronca en sus palabras. "Era un torbellino de agua imponente, traté de tapar los huecos de la casa pero no había forma, arrastraba lo que fuera", agregó. A su alrededor era todo barro. Agua y tierra afuera y adentro de la casa. "No se puede vivir así, es totalmente desmoralizante", siguió diciendo mientras contemplaba cómo el sol de la tarde secaba el desastre que dejó la lluvia. Desperdigados por el patio del asentamiento había ropa tirada por todos lados, gallinas muertas, pedazos de lo que era una cama, colochones, una radio chorreando agua, decenas de cacharros y mosquitos, muchos mosquitos. Héctor vive en la zona sur del barrio Maracaná hace solamente un año. "Si llegaba a saber que pasaba esto cada vez que llovía así me quedaba a vivir en una carpa en la calle. Esto es un desastre. Así no se puede, hermano", puteó un rato y después comenzó a enumerar el saldo negativo de la inundación. "Perdí una heladera, la cocina, un ropero, ropa de los niños, una caja de herramientas; son porquerías que van y vienen, pero daba impotencia ver cómo se las llevaba el agua".
A unos metros de su casa, por un camino que ahora es un barrial, se llega hasta Congreso de Ávalos, una de las calles principales del barrio. Allí hay un pequeño puente que quedó desbordado bajo el agua de la cañada. Los vecinos del lugar están hartos de la precariedad de ese puente, de esa cañada y de que cada lluvia signifique un riesgo de vida. "Ya sabemos que si llueve más de cuatro o cinco horas seguidas, tenemos que evacuar a la gente de sus casas", me dijo Olga, una negra que era todo voluntad y que vive enfrente al puente.
Con el barro hasta las rodillas, Arturo trataba de despejar la mugre de su patio a fuerza de paladas. Desde las cinco de la mañana que no hacía otra cosa que sacar agua y secar al sol las cosas que pudo rescatar. El interior de su casa era desolador. La televisión, ubicada sobre un taburete alto, casi como un trofeo que sobrevivió a la lluvia, estaba prendida e iluminaba con sus imágenes la marca del agua en las paredes. Casi un metro desde el piso; hasta ahí llegó el agua. El piso de unas de las habitaciones estaba tapado de barro.
"Es un desastre, a esta lluvia no me la esperaba. Nunca pasó algo así", dijo y recordó que ni bien escuchó que caía una bomba de agua sobre Montevideo supo que iba a tener un día agitado. A sus tres hijos y a su mujer los mandó al Centro Comunal 14 y ahí se quedarán hasta que el hogar vuelva a ser habitable. Pegado a la casa de Arturo, vive Ramón “el Pitufo", un veterano con cara curtida, de esos que dicen las palabras justas, ni más ni menos. Recostado sobre la puerta de su casa y al lado de un chancho atado al portón, se tomaba unos mates y se daba un respiro luego de tanta agua. "Nunca vi que se inundara así. Acá cada vez que llueve mucho hay problemas, pero esta vez superó todo", comentó.
Entre las pertenencias que se le llevó el agua, Ramón destacó a la radio y la televisión. "Se me quemaron", dijo resignado. Un vecino que miraba todo el panorama, acotó "menos mal que se te salvó el chancho, ése se come antes de fin de año".
14 comentarios:
Me da para pensar lo que tengo que pensar y entonces me salen felicitaciones.
Todo esto paso, me imagino, dentro de un 121.
No, esto fue a bordo de un 192,destino Manga.
Hola, andaba paseando por la Web, y me encontré con este blog, muy bueno de hecho. Mis felicitaciones.
Y de paso, lo linkee al mío.
Leí este post mas o menos por arriba, pero venía leyendo lo anterior. Comparto lo de Rosario Castillo jaja.
Saludos
Buenas buenas! Gracias por el link! Ahora lei con más tranquilidad este post. Y este clima es una locura, ya ves que hace tres días había que salir con el acolchado puesto y un paraguas, hoy hay que salir de bermuda y chancletas.
Igualmente, estas cosas pasan aca en Uruguay, como en todos lados. Porque vivir en lugares que se inundan demuestra que no todos pueden darse el lujo de vivir donde quieran. Y lo cotidiano es ignorar este tipo de problemas como si no existieran.
Y si no pregunten a cualquiera que viva en el litoral argentino (santa fe, etc). Salu2
Y a parte del 121 y el 192 ¿utilizas alguna otra linea?
La delgada línea blanca, cuando pasa.
El 500 decis.
Hay otras frecuencias más económicas también.
Ah, yo pense que habia un consenso de la cooperativa, como lo hubo hace unos anios con la planta feliz. Igual, aca mas que la frecuencia, el problema es el hijo de puta del guarda que te vende el ticket. Uno nunca sabe cuanta porqueria puso en su boletera.
Sobre todo si te tomás el 300. Ese bondi rara vez te deja en destino.
A mi el unico que me jode un poco es el 582, porque lo tengo que esperar como una hora, y pasan tres en todo el dia.
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