martes, noviembre 14, 2006

Weather Report

Prueba y error, prueba y error, hasta que al final uno aprende.
Yo no sabía muy bien porqué era que no me gustaba sentarme en el asiento de acompañante cada vez que subo a un taxi. Pero cuando el tachero me empezó a hablar, me acordé.
Detesto tener que hablar del tiempo. No me gusta. No me sale bien. No soy de esos que miran al cielo y enseguida sabe si van a caer soretes de punta dentro de tres días. Tampoco soy de los que pueden mantener una conversación sobre las consecuencias de que llueva dentro de tres días o tres horas. Ah, pero los taxistas son expertos. “Se viene el agua, ¡eh!”, me dijo el obrero del volante, veterano y con cara de bonachón, a tan sólo dos minutos de haberme subido. Saqué los ojos de la ventanilla y con la mirada cansada me volví hacia él para contestarle.
A veeeeeer, qué le respondo, algo le tengo que decir, pensaba- mientras puteaba internamente por tomar la decisión de haberme sentado adelante- algo que no sea muy largo, pero que tampoco suene muy parco, que no sea un seh, se viene, ni tampoco algo que me deje como un boludo mirando para arriba y diciendo ah, mismo no me había dado cuenta, nada que sea trillado o que suene a un sí, dicen en la tele que hasta el fin de semana no para. Por culpa de tanto debate interno y de cierto cansancio mental acumulado demoré más de lo debido en contestar, hasta que finalmente volví la mirada hacía la ventanilla, apoyé la cabeza contra el vidrio, solté un suspiro y dije: pero que llueva, ¿no? que se descuelgue lloviendo, la concha de la madre, que se inunde todo, ojalá que no pare de llover, que estoy cagado de calor y se necesita un poco de agua. A final de cuentas hace cuánto que no llueve, es un horno la calle, me voy a derretir si no llueve. Que se venga el agua nomás, que la paro de pecho.
Lo que siguió a mi respuesta fue un silencio incómodo que nos acompañó hasta el momento en que me indicó el precio del viaje.
Hasta que al final uno aprende.
Ni a mí me gusta hablar del tiempo con los tacheros, ni a los tacheros les gusta que le respondan fuera del guión.

8 comentarios:

Roberto dijo...

Para algo pusieron la mampara. Para los que no quieren hablar con esas insoportables criaturas que lo único que saben hacer es hablar del tiempo (para romper el hielo), y luego quejarse del gobierno.
Yo ya a esta altura creo que me es más tedioso subir a un taxi que a un ómnibus. En el ómnibus uno tiene mucha más libertad, en cambio en el taxi uno sabe que va a tener que crear una forzada e incómoda conversación con el tachero, y que además va a tener que hacer contorcionismo para poner sus piernas entre el asiento y la mampara.
Felicitaciones. Veo que google te comió la cabeza y te convenció para que pongas el blogger beta. El nuevo diseño está bueno.

Anónimo dijo...

Sentarse adelante o sentarse atrás… Me acuerdo una vez, yo esperaba un taxi y justo me tomé uno que recién dejaban. El tipo que se bajó, tacherocopiloto él, dejó de hablar con el taximetrista recién cuando cerró la puerta. De qué habrían hablado? Fútbol, mujeres, el tiempo, algún robo que tuvo el hombre durante su riesgoso trabajo nocturno…. Ni idea, pero la conversación seguro había sido todo un éxito: uno se bajaba a carcajadas y el otro emprendía nuevo viaje con cara de país productivo. A pesar de que te tocó un tachero cansado, triste, que no te dio la sorpresa que andabas buscando para que el día, antes de terminar, tuviera algún toque mágico, le diste la vuelta y lo encontraste: Weather Report, en mismo canal con nuevo formato. Felicitaciones

Kily dijo...

No hay mejor solución para las conversaciones con el tachero que prenderse de unos auriculares y a otra cosa.

Robert, lo de la mampara no sé si es mejor. Si bien reduce las posibilidades de conversación, cuando hablás con tu acompañante atrás parece que estuvieras aislado pero en realidad el tipo adelante está escuchando todo. Es el big brother.

Aparte de que los tipos de 1.90 como yo no entramos en el asiento de atrás ni con vaselina.

¡Bien por el cambio, Bepi!

goestobitburg dijo...

Quién es juan?

Anónimo dijo...

quién es juan?

O bepi dijo...

Es tuya, Juan

Anónimo dijo...

El tema del viaje en taxi es complicadisimo, uno pensaria que se sube ' al tasi ' para llegar al destino cuando ya no queda tiempo para el bondi, pero la realidad es que una vez adentro se nos presentan una serie de problemas por resolver... Si se charla, sobre que se charla, si se deja propina, si nos llevo lo suficientemente rapido como para merecerse la propina (esta caribe el tacho) y despues si nos pasea o no...
Incluso peor es caer en un tacho en el extranjero sin mucha idea de adonde estas yendo... Y ahi deja de ser un viaje en taxi para " dar ma' vuelta' que la calesita bo' "

Anónimo dijo...

cómo disfruto entrar en esta puerta de malkovich... esa oportunidad de jugar con la realidad, de meterse un instante en ese mundo que tenés cuando no estás conmigo... y sí, por momentos te envidio. es raro, pero ahora cuando subo a un ómnibus y de repente llevo los auriculares, y también de repente sube alguien a cantar, a recitar un poema, me siento una boluda si sigo metida en esa super canción sin prestarles atención... porque mirarlos como vos lo hacés es crecer, es sumar.. pero a veces tengo la cabeza colgada en boludeces, estrés, histeriqueadas, persecutas boludas, que pierdo mi colgadera, mi encanto, justo lo que nos hace más interesantes, más lindos, más seductores. y bueno, eso lo pude aprender de vos, pero porque yo quise, me dejé.. porque pude distinguir entre lo que hace bien y lo que no, lo que es vivir y lo que es agonizar. y cuando me animé a dar el paso, a decirle hasta la vista, no quiero! me sentí más poderosa y especial que nunca. y me siento segura, de mí, de vos. y también me siento liviana, porque dejé una mochila de basura que llevaba en los hombros por costumbre, por miedos.