Ves luces de mil colores en el piso, tenés tu quinto o sexto vaso de whisky en la mano, los dos codos en la barra y estás en una de esas noches que no se deciden a empezar o terminar.
Vamos mi cariño que todo está bien
esta noche cambiaré, te juro que cambiaré
vamos mi cariño ya no llores mas
por vos yo bajaría el sol
o me hundiría en el mar
y esto parece verdad para mí
Escuchás. Y ese estribillo te da el ánimo del mundo para decirle a la noche que aguante un poco, que no termine. Sacás un codo de la barra, te metés una mano en el bolsillo, movés en un imperceptible vaivén ese vaso que ya es puro hielo y confías en que sí, que la noche no termina y te tiene algo grande reservado.
Siguiendo la luna no llegaré lejos,
tan lejos como se pueda llegar
son casi las cuatro de la madrugada
mi casa brillaba, cruzando ese mar
Sacás la mano del bolsillo, das unos rítmicos golpecitos en tu pierna y movés la cabeza casi al mismo vaivén que movés el vaso, imperceptible. Mientras hacés eso te invaden tremendas ganas de prender un pucho. Y entonces sacás un cigarrillo. Y lo prendés, porque es 1996 o 1997 o 2001 y porque nadie te obliga a no fumar cuando estás escuchando una canción que te gusta, bajo un techo, acodado a una barra.
Suena como un crimen lo que tu me has hecho
deberias ir a parar a la prisión
suena como un crimen que me hayas mentido
que hayas engañado a este corazón
Pitás con fuerza ese cigarro, ponés cara de galán torturado y tirás el humo de a poco, de a poquito. Vas soltando el humo y vas relojeando disimuladamente (ojos entrecerrados) quiénes son los asistentes a ese tremendo espectáculo de seducción que estás poniendo en escena.
Vamos mi cariño que todo esta bien
esta noche cambiaré, te juro que cambiaré
vamos mi cariño ya no llores más
por vos yo bajaría el sol
o me hundiría en el mar
y esto parece verdad para mí
La canción termina, el cigarro se consume. Ni un grillo te prestó atención y ahora escuchás un tema de mierda, capaz que una cumbia.
A tu vaso ya no le queda ni el hielo.
La barra te vuelve a esposar los codos y ahora sí, ahora sabés que la noche termina y que lo único que te tiene reservado son un par de panchos en la plaza, a la salida.
martes, julio 25, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
6 comentarios:
Triste pero real, aunque yo a la parte de los panchos no llegué nunca. Un trozo de chocolate en casa, eso sí.
Igual es un buen momento, ése en que por segundos te sentís el ombligo del mundo. Cuando das la vuelta con el vaso en la mano. Cuando dejás chiquito a H. Bogart con tu confianza.
Lag: es lo que tienen los bailes del interior. Salir derrotado a eso de las 5 de la matina y divisar al panchero en la plaza era como encontrar petróleo.
Goes: La nostalgia viene por ese lado, para ser H. Bogart, además del farol en la mano, necesitás sí o sí tener un pucho colgando en la boca.
Fuck you, Vázquez
Hoy en día tener a una Ingrid esperándote no puede ser nada bueno. Seguro que es un traba.
No hay que esperar nada de la noche
Asi es mejor
EPILOGO
El tipo sale del baile con todo ese cuadro a cuestas, en el frio de la noche ve al panchero, se arrima y dice, "bo negro, fiame un pancho", lo dice con naturalidad, con toda la q le da el hecho de solo estar pensando con el estomago, sin maldad, pero con o sin maldad se ofende el negro, se ofende.
M.
Publicar un comentario